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jueves, 28 de enero de 2010

Carta al olvido



Desde que te perdí, todo cambió. Siento tu ausencia en cada pensamiento, en cada historia vacía, en cada recuerdo inexistente, en cada anhelo destruido.

Lo único que deseo es recuperarte, tenerte de vuelta, en mi mente, en mi vida, en mi día a día. Algunos me dicen que no pierda las esperanzas, que has de volver poco a poco. Otros me dicen que quizá nunca más te vuelva a ver. Mi especialista hace lo que puede, lo noto, pero no veo resultados. Y me hundo. Me hundo de pensar que nunca te di el valor que te merecías, que yo pensaba que siempre estarías allí, dando vueltas, siendo parte de mis hazañas y construyendo las alegrías de mi vejez. Pero no. Me abandonaste fríamente luego del accidente. Te marchaste así, porque sí, sin avisar. Y me di cuenta cuando ya era muy tarde, lo lamento tanto. No te supe apreciar mientras te tuve. Ahora, sin ti, me siento tan solo, tan hueco. A veces pienso si merece la pena seguir viviendo así. Sé que puedo construir algo nuevo, que la vida sigue y siempre hay cosas nuevas que experimentar. Se dice fácil. Pero lo que tú representabas... eras mi existencia entera.

Te llevaste mis recuerdos, y por eso te deseo más. Maldita amnesia.

Imagen: Persistencia de la Memoria de Salvador Dalí

domingo, 14 de junio de 2009

Fuga



Imagen: Suitcase

Era una noche soleada. Ella cogió sus cosas y se marchó. No porque se hubiera cansado de intentar, sino porque ya no había motivos para quedarse. La ropa para la nieve que todavía estaba lejos en el tiempo, los seis libros en su idioma, las pocas cosas que realmente le pertenecían, las fotos de un matrimonio destruido. Se fue muy de prisa, por eso quizá no alcanzó a llevarse todo lo que hubiera querido, o lo que fuera necesario.

Él no decía nada, nunca dijo nada. Nunca hizo nada. Por eso es que ella decidió no luchar más. Hasta acá llegamos. Estoy harta de tu falta de consideración, de que no respetes mi cansancio, mis ganas, que te importe un rábano hacerme feliz. Basta. No tenía ella a dónde ir, pero igual se fue. La ilusión la tenía hecha añicos, al igual que su corazón. Ni una lágrima. Él seguía ahí hecho pedazos, manchando de rojo la alfombra y todo el piso de madera.

miércoles, 7 de enero de 2009

como la lluvia

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así caigo, lenta, pesada, mojada, fría. me fundo en la nieve que me recibe, volviéndome parte de ella, dejo de ser. la oscuridad que me rodea hace que me sienta extraña, que salga de mí y vuele... y que siga cayendo a raudales. es la muerte como la lluvia, como mis lágrimas, como mis deseos aniquilados antes de nacer. qué importa lo que yo quiera si tengo que hacerte feliz. qué importan mis sonrisas si tienes que sentirte bien. aguanta, sólo un paso más, aguanta; ya llegaste tan lejos, aguanta. aguanta. soporta. y sólo tengo que darte el sí, para conseguir paz de ti. es tan injusto. déjame tranquila, desátame, déjame volar.

son los sueños arrancados desde mi alma. no importa, te los regalo, igual los has tomado sin permiso para ejecutarlos. y no me queda más que ser testigo de ese sanguinario genocidio. mis hijos, mi vida, mis manos, mis lágrimas, mi fuerzas. lo mataste todo. el amor, las ganas, la pasión, mi vida entera. ahora vago, tengo rumbo, no tengo dirección. dónde empieza el egoísmo, donde termina la ternura.

como los truenos, son mis quejidos de mujer atrapada, de ser agonizante. estoy herida de muerte, y sangro desde el fondo de mi querer asesinado. afuera está negro, como la misma desesperación de mis ojos por encontrar una salida. ya no tengo más voz, sólo gritos apagados, sólo susurros de furia contenida.

y llueve, en mí, sobre mí, por mí, hacia mí, dentro de mí.


sábado, 29 de noviembre de 2008

Fugaz.


Nació, en una explosión de luz y hielo... ¿o quizá sería calor? En el espacio exterior da lo mismo quemarse con fuego o quemarse con frío. Nueva, brillante, constelada. Y con lo pesado que es transmitirse en la magnitud de su halo luminoso, mostrarse inmediatamente reluciente; decidió simplemente vagar, encontrar un sitio dónde ubicarse para poder ser.
“Quiero que él se enamore de mí”, pedí al verla pasar, al atraparla en esta noche helada.
Obtuvo sombra, obtuvo destello, obtuvo un deseo.

martes, 25 de noviembre de 2008


Con esta sonrisa llena de locura me vas a ver hablando por teléfono contigo. Y mis ojos vesánicos te dirán que algunas cosas son mejores cuando hubieran podido ser. En la irrealidad. En la eterna pregunta de tus respuestas correctas y analíticas versus las soñadoras y voladoras mías. Cuando sale uno, entran dos, en mi caso tres, quizá cuatro... y a veces me gustaría que fueran cinco. Ay, esto de la demencia controlada. Esta camisa de fuerza me la puse yo solita, y no quiero sacármela más. Prefiero mil veces andar como perdida, antes que darme cuenta de tus estudios de personalidad y ansias de encontrarle respuestas a todo y a todos.



El que alguna vez no haya actuado sin pensar, en un arranque de pasión pura, puede retirarse. No hay nada en estas líneas para usted. Acá estamos los rojos, los sanguíneos, los incendiados, aquellos que hemos dado con la condición de perder. Si es que usted no comprende de qué estamos hablando, pues qué triste su vida. No me hacen falta sus ojos, ni sus manos... puede que me haga falta su voz, pero no lo que dice, a menos que decida envolverse con esta misma camisa y vivir un poco. Bueno, usted decide.



Y tú, que me escuchaste aquella vez y que te me amarraste aquella otra, tráeme un poco de escape, que yo te regalo el olvido.

martes, 18 de noviembre de 2008

Alevosía.



Ocúltate, no te vayan a ver. No te olvides de borrar toda evidencia, todos los mensajes, que no se registre la última vez que estuviste en línea, ni cualquiera de las otras veces, no quieres que yo me entere de cómo es que me has clavado el puñal en la espalda. Aparécete más tarde, cuando yo esté durmiendo. La traición ha sido realizada con éxito, tú no me ves a los ojos… y quien recibe tus mensajes tampoco.
Ladrón que roba a ladrón, dicen, yo me sigo desangrando.

jueves, 13 de noviembre de 2008


Déjame en paz.
Quiero dormir, quiero descansar.
Desaparece tú, que esta vez no voy a desaparecer yo.
Termina con tus juegos mentales, no pretendo gritar.
Líneas muertas, no necesito decirte que no hay nada acá para ti.
Déjame tranquila.

Déjame en paz, por favor.
¿Hasta dónde piensas llegar?
Para siempre, pero nunca. Este es el límite para mí.
Al borde del precipicio, pero yo no puedo volar.
Te dejo, con las caricias regaladas, las que te dí, las que me arrebataste, las que nacieron, las imposibles, las que dibujamos, las obligadas, las nerviosas, las extrañas, las humanas, las inhumanas, las azules, las dadas, las recibidas, las de rosas, las de vino, las de velas encendidas, las de Cuba, las oscuras, las prohibidas, las equivocadas, las atrevidas, las de mariposas, las robadas, las negadas, las contadas, las no contadas, las soñadas, las anheladas, las suspiradas, las reclamadas, las que quiero, las que quieres, las escritas, las cibernéticas, las reales, las de piel con piel, las nacidas en tus ojos, las formadas en mis manos, las gélidas, las que nunca te dí, las en llamas, las pedidas, las voluntarias, las de lluvia, las de amigos, las de amantes, las de noche, las de día, las tontas, las dolorosas, las deliciosas, las que no sabes, las que no existen y las que no existirán.
Te las dejo todas, porque yo ya no las quiero.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Al fondo irás a parar.



Es como arrancarse una venda adhesiva, un curita, una tirita... para que todos me entiendan. La cosa es que arrancarla duele un poco, pero es mejor para que la piel respire y la herida pueda cicatrizar. Si queda o no huella es un tema del cual no voy a escribir en este momento. Sería seguir dando vueltas sobre mí misma y hoy no tengo ganas de marearme.


Me sigo apartando del tema, la tirita, sí, la que me acabo de arrancar. Estuvo bien mientras tenía la herida abierta, pero ya no, ya pasaron muchos días y es hora de botarla a la basura. Mi piel ha quedado roja por el tirón, y me arde un poco, puedo ver la herida, y ella me ve a mí. Tremendo corte. ¿No dicen que el primer corte es siempre el más profundo? Pero bueno, ahora dejaré que seque y pase al olvido como un corte más.


Antes de jalarla me puse a pensar qué sería mejor. Si tirarla despacio, con cuidado, soplando un poquito, quejándome del dolor de ver mi piel estirándose y de ver a la tirana herida reírse de mí porque soy tan cobarde y no me la puedo arrancar como los machos. No, decidí que lo mejor sería tirar, arrancar, jalar, sin tregua, sin piedad... porque la piedad es para los faltos de valor y espíritu, para los que dudan, para los blandos, pusilánimes. No, sin piedad tiene que ser.


Así que la quité con la violencia que se merecía, por ser una simple y vil tirita. La cual se supone que me iba a proteger un momento, pero en vez de hacer eso, terminó dañándome, porque la condenada no quería cumplir su función. Y yo vi que era inútil, no le podía rogar a la maldita venda, vamos, que es solamente una tirita, no un hospital entero. No le iba a exigir protección una noche más... porque comprendí de mala manera que ella no tenía las intenciones de ser ni de hacer lo que es su finalidad: cubrir a la herida reilona.


Y ahí está, en su lugar, en el fondo del cesto de basura. No tengo intenciones de construirle un hogar. Como tirita que es, tiene que comprender que es pasajera... y creo que yo también tengo que comprender eso... es sólo una tirita. Me queda esperar no tener más cortes, porque no me gusta usar curitas, algunas son de muy mala calidad y otras queman con su poder adhesivo.


En fin, allí te vas a quedar, soberbia tirita, en el fondo.